Hoy va de relatos. Hace un tiempo envíe una historia corta a la editorial Versátil, ya que tienen un rincón para los lectores que gusten de ello, y para mi sorpresa: fue seleccionado!! Que alegría, que alegría!!!
Espero que os guste. Dejo el link a la página donde si os apetece podéis votarlo o dejar un comentario sobre el mismo.
"Sin billete de vuelta: la muerte de Sonia"
Me ahogo. No puedo respirar. Noto un fuerte peso sobre mi cuerpo que no me deja moverme. Las fuerzas se me van. No veo nada. Me desmayo. Todo se vuelve oscuro. Abro los ojos de nuevo y veo gente. La gente que hay a mi alrededor grita, corren, otros lloran, algunas señoras caen desmayadas, los más alejados observan la escena con el corazón en un puño. Estoy de pie en medio de la calle sin saber que hacer o a donde ir. Todo es muy confuso. Siento como si debiera estar en otra parte pero no sé exactamente donde.- ¿Qué ha pasado? - pregunto a un hombre que mira con el rostro desencajado pero parece no verme porque no contesta; sus ojos están abiertos como platos y observan otra cosa más importante que yo.
- ¡Una ambulancia¡¡Llamen a una ambulancia! - grita otra voz - ¡Rápido!
-¡Dios mío, dios mío! - dice una voz de mujer histérica.
Nadie dice nada. Todos pasan por mi lado pero parecen no verme. Sólo oigo gritos, ir y venir de gente. Debe ser algo grave, incluso ha venido la policía; parece que se ha desplomado un andamio. Decido acercarme a ver que pasa, llena de curiosidad, no sin tener un sentimiento de vacío en el pecho inexplicable, hace rato que lo tengo y no sé porque: es como si me faltara algo, algo importante que no consigo recordar. Instintivamente me llevo la mano al corazón percatándome de que no hay latido.
Bajo los escombros aparece un charco de sangre, enorme y rojo, que cubre gran parte de la calzada. Me quedo embobada mirándolo, hipnotizada por ese color bermellón que brilla sobre la grisácea superficie del suelo, esperando descubrir algo, algo que ponga nombre a este sentimiento que inunda mi pecho. Unos operarios aparecen a mi espalda y no puedo evitar mirarles mientras retiran uno a uno los hierros del andamio, tratando de liberar lo que aprisionan. De pronto vuelvo a notar como late mi corazón, más y más rápido, a cada hierro que quitan más se acelera; temo incluso que se me salga del pecho. Entonces lo veo, veo una mano: está llena de sangre pero diferencio claramente sus dedos gracias al llamativo esmalte que decoran sus uñas, color berenjena......
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